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No importa, hay que rendirle culto a los mocos de Calamaro

Roger Vilca nos envía este post que publicó en su blog El Otro Espectador en respuesta a un post de Orlando Mazeyra (que tambien aparece en Siete Esquinas). No estoy muy de acuerdo con lo que expresa Roger (las generalizaciones, capaz involuntarias), pero tampoco me gusta la música de Calamaro.

Ahí les va.

Flaco, flaquito, no me claves tus puñales…

Acabo de leer el último post de Orlando Mazeyra sobre la llegada de Calamaro a Arequipa. Le he dejado un comentario y la pantalla del monitor me ha dicho que me espere a que Orlando apruebe mi comentario para ser publicado. Obediente esperaré con calma… ¿qué otra cosa podría hacer?

Con la plata que tiene y con los bienes que no le hace falta, no creo que a Calamaro le cueste mucho soltarse la lengua y hablar lo que le venga en gana, así no tenga ni dos dedos de razón en las cosas que diga. Es imposible que pueda desilusionar a los que le siguen y es imposible que haya desilusionado a no pocos de los más de 22 mil exultantes de sus seguidores el año 2005, en un concierto en el estadio de Obras Sanitarias, en Buenos Aires, como temió Orlando Mazeyra.

Calamaro puede promover y aplaudir las corridas de toros, tirar basura al suelo, violar a una anciana, hacer avioncitos de papel, asaltar a un pibe o matar a su vecino… y no pasará nada malo con su carrera musical: las gentes pasarán por alto todas estas cosas -juntas si se quiere-, con tal de seguir escuchando al poeta cantar.

Si Calamaro matara o violara por el motivo más vil posible a cualquier persona y luego saliera libre por cualquier ignominosa circunstancia, luego luego llenaría nuevamente los estadios y su bolsillo. Así que no importa lo que diga Calamaro, no importa en qué postura política meta sus narices, no importa si critica o no al gobierno de turno o si es complaciente con el fallecido Néstor Kirchner, no importa, siempre quedará, inevitablemente, bien parado, muy bien parado…

Sus seguidores sólo quieren ver al músico genial, al poeta que les canta en el baño, la sala, la calle o el jardín, al sinverguenza que les arranca la piel con cada canción, al salmón que les pasa los poemas por la espalda. Lo demás, los pedos que se tira como cualquier mortal, las patadas o puñetes que puede meter a mansalva, los mocos que se puede comer, lo corrupto o engreído que pueda llegar a ser… no importa, no importa, no importa, por dios, no importa… todas esas cosas juntas pueden esperar en el desván de las anécdotas… Así de comprensibles pueden llegar a ser sus seguidores, pueden limpiar al genial músico de todas todas sus mezquindades, pueden mitificarlo todo, hasta rendirle culto a sus mocos. Él ya nos lo enseñó… no importa lo que hagas… te quiero igual… incluso más.

No importa, Calamaro es Calamaro y punto, no se admitan más discusiones… Y con tal de saltar dos horas cual delincuente de barra brava y perder la cordura, tomar un poco o mucho… y hacer el amor si es que se da la oportunidad… bien vale pagar lo que cuesten las entradas. ¿No dicen que el Perú está creciendo económicamente y que ahora podemos darnos el lujo de pagar por ver a cuanto artista querramos?

Calamaro en Arequipa: el hedonista e(sté)tico

«Quiero arreglar todo lo que hice mal».

Por Orlando Mazeyra Guillén

«Mis páginas en blanco son los recitales que todavía no hice», afirma Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961). Arequipa, en el que sin duda será el evento musical del año, tendrá la oportunidad de convertirse en la página en blanco que seduzca al célebre cantautor, para rendirse, en una noche de clímax rockero, ante las copiosas melodías de esta leyenda del país de Gardel, Charly García y Fito Páez, que ha hecho de su disidencia («siempre seguí la misma dirección, la difícil: la que usa el Salmón»), su honestidad brutal («malo el mentirle a tus hijos, peor el que aconseja sin saber») y de ese inagotable afán por reinventarse y desmarcarse de sí mismo: una enfermedad congénita, una metamorfosis épica que sus seguidores agradecemos con fervor: acoplando, así, su versatilidad y lirismo a nuestras circunstancias íntimas, asociando –gracias a la magia y potencia de la música– sus creaciones con momentos decisivos; también verbos o adjetivos, que calzan como guantes en nuestras biografías anónimas o memorias colectivas (el amor y su contracara, la guerra y las dictaduras, el exceso y la nostalgia de su ausencia, la soledad, la angustia, la búsqueda de casas o de «alguna casa», el dolor, el afán contestatario, la violencia en todas sus formas y derredores, los reos de nocturnidad, los perdedores; sin dejar pasar la pasión por el fútbol o Bob Dylan, etcétera).

Confieso que me cuesta creer que este ídolo del rock en español, eficaz aglutinador de masas por donde vaya, en sus inicios, se conformaba con ser tecladista. Pues –como le confesó al caricaturista Ricardo Liniers– al principio, cantar ante a un auditorio atestado de gentes le resultaba una experiencia terrible y abrumadora.

Aunque llega a Arequipa como parte de la gira de presentación de su último disco: «On The Rock» (2010), para nadie es un secreto que «Honestidad Brutal» (1999), su décimo álbum como solista es también su buque insignia, con sus 37 entregas en dos discos, constituye el punto más alto en su devenir creativo: «Costó. Mucho. Tal vez demasiado –le contó el Salmón al escritor Rodrigo Fresán–. Todavía estoy pagando». Y no miente, porque se refiere a una monstruosa producción que podríamos entender como una desaforada tentativa por introducirse sin reparos en una espiral vitalista, una «orgía perpetua», el festín del insomne sin remedio, donde  la realidad y la irrealidad se confunden, se cruzan y descruzan a través del experimento, los alucinógenos, psicotrópicos y la behetría. Es, según el propio Andrés Calamaro (AC), el disco del exceso que, once años después, sigue siendo la piedra de toque de toda su trayectoria artística (todo lo que haga o deshaga será cotejado con este trabajo): «Son sueños y pesadillas del rock and roll», sentencia AC, quizá recordando el fraseo sicodélico de ese clásico llamado «Te quiero igual» que también es un homenaje a Dylan: «No sé si estoy despierto o tengo los ojos abiertos.  Sé que te quiero y que me esperan muchos más aeropuertos». En esta satisfacción viciosa que mezcla altas dosis de amor, euforia y de locura, donde el paroxismo no es más que una impronta que dará cuenta de un instante eterno en el cual los «aeropuertos» adquieren un hálito que escapa a esa innecesaria definición formal del recinto destinado al tráfico de aviones (y de otras cosas); los aeropuertos son, para el Salmón, los lugares a donde él viajó, no sana ni santamente, solo o acompañado (de otras cosas), allí, lejos, «el centro de la tierra (donde) las raíces del amor, donde estaban, quedarán».

Hincha del Rojo (Independiente de Avellaneda, cuna de cracks como Ricardo Bochini) e incondicional de Maradona, a quien le dedicó una sensible melodía que, al igual que «El perro», incendia los conciertos en su natal Argentina. La canción que homenajea al mejor futbolista de todos los tiempos tuvo y tiene muchos críticos, pero AC, con particular sencillez, nos hace entender que los seres humanos estamos por encima de cualquier mito o fanatismo: «la canción es el rescate del individuo por encima de cualquier rito masivo».

AC, el hedonista e(sté)tico, cumple también una labor cívica, como caústico opinador de la realidad argentina y, por qué no, latinoamericana y española. Tomando partido, con su peculiar estilo, en temas o coyunturas que a otros hacen callar o cerrar los ojos («otra vez nadie dice la verdad, ni en pedo ni de casualidad, la coima en el senado no es pecado, (pero) el pibe está en cana por viajar colado. Nadie dice esta boca es mía, pero a mí me hacen denuncia por apología; mientras tanto pasan factura: son los paladines de la mano dura… ¡Lástima, Argentina, eras un bizcochuelo, ahora eres gelatina!». Calamaro coincide, por ejemplo, con el Nobel Mario Vargas Llosa (a pesar de haber bromeado en algún concierto diciendo que el novelista arequipeño había decidido «devolver el Nobel para dárselo a Joaquín Sabina») en temas que erisipelan o crispan a muchos: los toros y la legalización del consumo de drogas.

El año 2005, en el mítico concierto denominado El Regreso, en el estadio de Obras Sanitarias, en Buenos Aires, AC trató de explicarle al público (desilusionando a no pocos de los más de 22 mil exultantes seguidores), que su coreada melodía titulada «Media Verónica» no estaba inspirada en una mujer, sino que hacía referencia a «una de las suertes que hacen los toreros, una posición como de baile para enfrentar al toro, ¡algo artístico!». Muchos repudiaron lo que entendieron como una oda a la fiesta brava. No obstante, Andrelo no dio marcha atrás y terminó con una conclusión rotunda: «A mí me gustan mucho los toros y acá comemos mucha carne, así que todo bien, ¿no?».

Todo bien, Andrés, ¡todo bien! Los arequipeños también comemos mucha carne. Además, acá, al pie del volcán, amamos otra fiesta, digamos más pareja y menos salvaje (quizá revestida de un arte más rudimentario), enfrentando a los toros entre ellos, a veces utilizando a la vaca o ternera como ‘manzana de discordia’ y el concurso del hombre pasa a un segundo plano, pues es través de arengas o silencios como se involucra, y, desde luego, para tomar decisiones en cuanto al toro ganador, como en una pelea de box. Pero, más allá de coincidir o no con tus posturas políticas o culturales, sabemos, al menos tus seguidores, que tu Rock está por encima de todo. Y Arequipa siempre será vulnerable a tu lado más amable, en este pedazo del planeta siempre contarás con soldados de tus lados más malvados y arquitectos de tus lados incorrectos. Calamaro, artesano de nuestros lados más humanos («¡qué más quisiera que pasar la vida entera como estudiante el día de la primavera!»).

Ojalá el repertorio y el aliento del público arequipeño den pie a la mejor antología de la portentosa producción calamaresca: El Salmón, Flaca, Crímenes Perfectos, Mi enfermedad,  Los divinos, Te quiero igual, Clonazepan y circo, La parte de adelante, Sin documentos, Paloma, Media Verónica, Me envenenaste, Mil horas, Estadio Azteca, etcétera.

Sabemos que veremos a un Calamaro más asentado, con mujer e hija, y ya frisando los cincuenta. Pero –y esto es lo más estimulante para él y todo el público– con muchas páginas en blanco esperando por su indiscutible talento, su hedonismo, antes que ético, estético. Y, si las crisis vuelven: «parte de mí no cambió, y a la vez, ya no soy el viejo Andrés que no dormía jamás», que sean para darle de comer al monstruo que pide un poco de amor para retribuir con una montaña de horror: «los hombres creen que tienen dieciocho años hasta que tienen veintiocho. Y un día se miran al espejo y se dan cuenta (…) Yo tengo la suerte o la desgracia de que muchas veces mis canciones se dan cuenta de lo que me pasa o me va a pasar antes que yo».

Estaremos a tu lado, Salmón, coreando cada canción, alentando a rabiar al poeta maldito que se disfraza de cantante (y viceversa). Porque todos, al unísono y en complicidad terminante, podemos exclamar: «Quiero arreglar todo lo que hice mal».

Arequipa, noviembre 2010.

Nota.- Calamaro en el concierto del jueves 11 en Lima se fue y volvió varias veces. Esperemos que el público arequipeño se ponga las pilas. Entre las canciones que tocó en la capital, estuvieron:

1. Let it be (Los Beatles)
2.  El Salmón
3. Los divinos
4. Mi enfermedad
5. Tres Marías
6. Mil horas
7. Tuyo Siempre
8.  Todos se van
9.  Mi gin tonic
10. Todavía una canción de amor
11. Me estás atrapando otra vez
12. Flor de samurai
13. Buena Suerte y Hasta Luego
14. Costumbres Argentinas
15. El perro
16. Te quiero igual
17. No woman, no cry (Bob Marley)
18. Los chicos
19. Estadio Azteca
20. Crímenes perfectos
21.Volver (Tango)
22. Flaca
23. Alta Suciedad
24. Canal 69


Salió 3er número de MUCHAPINTA – Oct/Nov

Ya está en las calles el tercer número de la revista arequipeña MUCHAPINTA a sólo S/.5.00.

En esta edición Octubre/Noviembre encontrarás política, cultura y entretenimiento con el estilo que ya conoces: una entrevista a Los Chapillacs y todo el poder de su cumbia psicodélica; un reportaje sobre lo difícil que es votar por primera vez en el Perú; una visita a los gimnasios de la ciudad; las razones para ya no ser católico; emporio del calzado fashion en la calle Pizarro; el kit del perfecto candidato político(analizando la política local); un cuento en honor al Señor de los Milagros y mucho más.

Pueden adquirir a 5 soles el tercer número de la Revista Muchapinta en los kioskos del periódicos y revistas del centro de la ciudad; también en las Liberías San Francisco (San Francisco 102, San Francisco 125, San Francisco 135, Mercaderes 125); Librería Flores – Calle Mercaderes 234. C.C Panorámico – Sótano ), Librería Diego André (salida de la Universidad Católica Santa María).

*Sorteo de entradas para Calamaro – 8 de noviembre

Además en este número encuentra tu cupón para el sorteo de entradas para el concierto de Andrés Calamaro de este 13 noviembre en el Jardín de la Cerveza. Compra tu Muchapinta, busca tu cupón al interior y deposítalo con tus datos en las ánforas de la Libería San Francisco y Flores. . El sorteo será el lunes 8 de noviembre. Toda la info AQUÍ. Visita el evento del sorteo en Facebook

Para finalizar, aquí les dejamos el video del making off con la modelo de este número: Stephanie Solange y sus desechos nocturnos.

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¿Ya compraste tu entrada para Calamaro on the rock? Arequipa, 13 de noviembre

Lo anunciamos desde agosto y ahora muchos se te adelantaron con la compra de entradas. Ya pues, ve a tuentrada.com.pe y ocupa un sitio en las zonas «ingeniosamente» nombradas para ver a Andrés Calamaro en Arequipa.

Sábado 13 de noviembre de 2010 – 8:00pm

Precios:

  • Calamaro S/. 204.00
  • El Salmón S/. 83.00
  • Tu Parte de Adelante S/. 43.00
  • APDAYC S/. 17.00
  • 20% de descuento para Tarjeta Interbank del 1 al 5 de octubre
  • 15% de descuento para Tarjeta Interbank del 6 al 31 de octubre
  • 10% de descuento para Tarjeta Interbank del 1 al 13 de noviembre

Andrés Calamaro en Arequipa- noviembre 2010

Lo confirma Terra. Actualizaremos el post con detalles.

El rock internacional sigue descentralizándose. Sumado a la primera presentación de Collective Soul en Arequipa la noche del sábado en el marco del Festival de la Cerveza, ahora en noviembre los vecinos del Misti recibirán otra figura importante en el mercado del rock latino. Andrés Calamaro confirmó su regreso a Perú para presentar ‘’On The Rock’’, su nuevo álbum, pero esta vez en provincia.

Se sabe que los mismos responsables de la presentación de Collective Soul en la ‘’Ciudad Blanca’’ también llevarán a Calamaro a esa ciudad por primera vez. ‘’El Salmón’’ viene realizando una gira latinoamericana presentando su más reciente placa, la cual consiguió récords de venta en España y Argentina y en la cual colaboran artistas consagrados como Enrique Bunbury, Calle 13 y Diego »El Cigala».

Calamaro, ¡Nos Volveremos a ver! por Orlando Mazeyra Guillén

Hay pocas cosas que pueden poner a uno cara a cara con sus fobias («si hay algo que respeto son las fobias de los demás», le haría sentenciar Almodóvar a uno de sus personajes más memorables en Hable con Ella). En mi caso, subir a un avión, por ejemplo, es un riesgo que uno sólo debe tomarse en un caso extremo: la enfermedad (Mi enfermedad, diría Andrés refiriéndose al amor), publicar un libro o asistir a una cita impostergable con un «sueño postergado». Calamaro vuelve al Perú, pero ya se anunciaba desde hace un poco más de diez años, en las tapas de mis cuadernos de la universidad, cuando mi pasión de cachimbo por este Salmón rioplatense le resultaba a mi hermana una menuda huachafería (el mes pasado ella coreó cada canción de Calamaro en la Expo de Zaragoza, España… y es que «no sabemos de qué lado vamos a quedar parados»).

No sólo le temo a los aviones, también a las masas, a mí mismo confundido en medio de ellas; ese es quizá mi mayor temor, pues en algún momento «se agotó lo natural», por eso necesito clonazepam para encarar al circo. Yo y mi país (el Salmón por delante): Clonazepam y Circo. ¿Por qué agotar las pocas monedas que alumbran mi bolsillo e ir a Lima en busca de la Lengua Popular de Calamaro? Porque «no sé qué quiero, pero sé lo que no quiero, sé lo que no quiero y no lo puedo evitar, puedo seguir escapando y aún lo estoy pensando; lo estoy pensando, pero estoy cansado de pensar».

Quién mejor que Calamaro para decir: yo soy la suma de mis defectos y mis innobles intentos por disimularlos. Iré a verte por eso, Andrés: ¡voy a tomar agua bendita, voy a beber para creer! Y no lo haré solo, estaré con mi única vanidad, pues puedo presumir de poco, porque todo lo que toco se rompe, te presté un corazón loco que se dobla con el viento y se rompe…

Estará conmigo, haciendo el aguante, esa mujer a la que siempre le pedí un poco de su amor y a cambio siempre le ofrecí una montaña de horror. Esta vez la noche limeña será mi cómplice para decirle, lleno de Orgullo y de Miedo, pero con tu ayuda: «¡Tardé tanto tiempo en encontrarte!, habría salido a buscarte, mi vida, por eso cada segundo es tan importante y no me duelen ya las heridas. ¡Qué mezcla de orgullo y de miedo, ser el dedo que te toca, el que te besa en la boca, la vaina de tu cuchillo!».

orlandomazeyra.blogspot.com


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